El Dragón de Oscuridad y Sangre

No todos los dragones nacen de un huevo. Algunos, los más poderosos, nacen de las emociones de los propios humanos, de sus miedos, de sus fracasos, de su sangre inocente derramada sin compasión en el suelo. Algunos dragones no nacen para vivir, nacen para matar, para vengar, para maldecir la tierra que otros mancillaron.

Hace muchos años, había un sanatorio situado en un castillo, perdido en una isla, en medio de un lago, rodeado de un bosque. El pueblo más cercano estaba a un día y medio a caballo. A pesar de la mala impresión que os pueda dar al presentároslo así, decían que en el sanatorio se hacían verdaderos milagros, curando incluso aquellos casos que se daban por perdidos luego de muchos años de sufrimientos. El lugar se volvió celebre y todos los jóvenes que aspiraban a ser doctores de la mente querían trabajar allí. Ese mismo sueño tenía un brillante estudiante llamado Theodore. Theodore Black era un joven muy estudioso, con grandes aspiraciones y fuertes teorías acerca de la mente y los demonios que esta esconde. Él postulaba, sin ninguna clase de reparo, que la mente podía crear mundos tan reales como nosotros mismos y que los seres que allí habitaban, podían ser tan peligrosos como un tigre sediento de sangre. Sus teorías eran provocativas y se había ganado admiradores y burladores a partes iguales. Necesitaba pruebas y Castel Stone Sanatorium era el sitio perfecto para ello. Trabajó muy duro para conseguir un lugar allí y luego para conseguir que se le asignara un grupo de estudio. Tenía exigencias muy claras, buscaba a jóvenes cuya mente fuera fuerte y que estuvieran ingresados por esquizofrenia, paranoia o alucinaciones. Sometía a sus pacientes a verdaderos calvarios, para obligarles a crear “mundos” y criaturas dentro de ellos y ver cuán reales podían volverse para la persona. Para ello, los sumergían en bañeras de agua caliente cerradas herméticamente. Los aislaba sensorialmente para que nada interfiriese en el proyecto y además les quitaba cualquier tipo de medicación, para que su mente se mantuviera “lucida” y “despejada”. Los gritos eran terribles y eso quería decir que el doctor tenía razón, la mente humana podía crear mundos reales para la persona. Lo que ahora quería saber, era el verdadero potencial de la mente a la hora de crear una criatura. ¿Podía la mente crear un ser capaz de dañar el cuerpo físico del paciente? ¿Es la mente tan poderosa como para dañar su propio cuerpo en pos de mantener viva una ilusión? ¿O es que ciertas ilusiones cobran vida con el poder de la mente? Theodore si hallaba muy cerca de obtener la respuesta y no se iba a dar por vencido, aun cuando dos de sus pacientes se hubieran suicidado durante las sesiones, arrancándose sus propias venas con los  dientes. Así de reales eran para ellos esas criaturas y esos mundos; tanto, que preferían morir, antes de dejar que una de ellas les atrapase.

Tamar Sandoval